Seguramente
sea muy complicado, si no imposible, encontrar a alguien que haya recorrido
cada punto montañoso de la geografía española. Si existiese tal montañero o
pintor, entre sus mejores caminatas o lienzos, respectivamente, estaría algún
rincón de los Picos de Europa.
Lo
he dicho varias veces en este blog con anterioridad y con otras palabras, pero
la belleza de un paisaje de montaña es inversamente proporcional a la cantidad
de matices o dimensiones que una lente fotográfica puede captar. Cuando ésta se
satura, las capas parecen superponerse como en un puzle imposible y los colores
abruman es cuando podemos estar ante algo verdaderamente único. Es ahí cuando
entra la vista, el más importante de los sentidos, para llegar al infinito,
desmenuzar cada pixel, darle nitidez y convertir una simple panorámica en una
experiencia sensorial.
Puedo
estar exagerando, como siempre, pero la famosa ruta que, entre túneles cavados
manualmente en la piedra, pasarelas al borde del profundo abismo y puentes
suspendidos en el aire, bordea el río Cares, del cual toma su nombre, y las
vistas de Riaño y de Barniedo de la Reina desde los montes que rodean al diminuto
último, son una visita más que obligada para cualquier amante de la naturaleza.
Tres hermanos, segundo año consecutivo y nuevas sensaciones, difíciles de
mejorar. Disfrutad de las imágenes, pero mejor vividlo.
Saludos viajeros.
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