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Conclusiones de los Premios #Bitácoras13

Daniel Yuste - 21/11/2013


A modo informativo para el público en general y para otros blogueros en particular, y como recordatorio de cara a mi participación en la próxima edición de los Premios Bitácoras, en esta nueva sección del blog me gustaría dejar por escrito una serie de conclusiones que he podido sacar en claro de mi primera candidatura en la novena edición del concurso de blogs más importante de España. Una edición de récords. Un total de 26.406 blogs nominados en diecinueve categorías y más de 258.140 votos. Un undécimo puesto en una temática tan concurrida como la de viajes. Para mí, el mayor de los orgullos. Doy públicamente las gracias a mi familia, a los amigos, a los amigos de los amigos, a los conocidos y a los desconocidos, a los contactos, a los blogueros de ésta y otras categorías, a mis incondicionales seguidores y a los vitales anónimos por haberme mantenido ahí arriba durante semanas con la ilusión intacta, por haberme hecho soñar hasta el final con tocar el cielo virtual, por haberme dejado a las puertas con ganas de más, por darme ánimos y fuerzas para seguir desnudando el corazón en cada publicación y por obligarme a que la próxima entrada sea siempre mejor que la anterior, porque, como en la vida, de eso se trata.

Volviendo a mis apreciaciones sobre el ya pasado concurso, y muy a colación del aparentemente atemporal y autocrítico artículo que me divulgaron en 2011 varias publicaciones digitales de tirada menor sobre la volatilidad y la dudosa utilidad de las redes sociales, el cual podéis leer más abajo en esta sección paralela del blog que, como he comentado anteriormente, he decidido lanzar, vivimos en una sociedad irremediablemente sobreinformada, productora de más información de la que es capaz de digerir, visceral, aparentemente fuerte, con la libertad de expresarse sin límites, desafiar la integridad de su intimidad de forma diaria y emitir veredictos con la seguridad y autoridad de un faraón del antiguo egipcio, y sensible y vulnerable, de ahí que, entre lo más visto de la red, y como consecuencia, entre las estrategias de marketing más usadas, sobresalga lo viral, lo visual, lo experimental y el contenido multimedia que emocione, que despierte ternura, nostalgia, carcajadas, sentimientos de algún tipo. He aquí mi primera observación. Aquí tenemos algunos ejemplos recientes:


Google Search: Reunion


BatDad


GoPro: Fireman Saves Kitten


Anuncio Estrella Damm 2012


Justin and Emily: The Proposal


Volvo Trucks



De esta intensa participación en los Premios, y analizando el círculo objetivo al que fueron dirigidas mis peticiones de voto, llegué a una segunda conclusión: el sexo femenino vapulea al masculino en lo que a compartir información se refiere. Quizás se deba a una simple razón cromosómica que inexorablemente les hace más sensibles ante ciertos estímulos, lo que en nuestra sociedad actual se convierte en una necesaria necesidad de compartir. El caso es que dominan mi red, comparten más, comentan y sintetizan de forma mucho más clara el contenido de los mensajes que se les envía. En definitiva, producen más información y de mayor calidad, son más sensibles y por lo tanto más empáticas, cualidad determinante a la hora de votar en un concurso como respuesta a una invitación. 

Partiendo de la base del humilde y soñador bloguero sin el poder de mover a las masas en una dirección, de las herramientas utilizadas como forma de promocionar el blog y tras analizar la utilidad y limitaciones de las mismas, también llegué a varias conclusiones: 

Se puede utilizar Facebook hasta la extenuación, su utilidad es incuestionable, saturarás a tus amigos y conocidos, a los que obviamente no puedes obligar a votar; algunos compartirán únicamente tu enlace, otros adicionalmente, los que realmente incrementan las posibilidades de voto y marcarán la diferencia, invitaran a votar a su red de contactos. Optimizar el modo en que se comparte la información en esta red social es clave para el éxito en la comunicación. 

El necesario Twitter es la herramienta que supuestamente permite llegar a una mayor audiencia, aunque en su gran mayoría irreal. A veces sorprende el apoyo de, hasta el momento de la primera interacción, desconocidos seguidores. A través de esta misma red social traté de obtener retweets por parte de personas muy influyentes dentro del mundo del social media y de los viajes, aunque el ratio de conversión de esas peticiones a retweets fue, de forma asombrosa a mi quizás optimista parecer, nulo, lo que me dio una buena lección de humildad y me reafirmó en la idea de la relativa utilidad de este instrumento. 

El ampliamente utilizado LinkedIn se muestra agridulce como arma de promoción. Aunque permite acceder a una amplia red de contactos que de otra forma no sería posible y es directa por mensaje privado, no se trata en muchos casos de un elemento de comunicación inmediato, por la falta de uso frecuente o configuración de las notificaciones por parte de los usuarios. 

El extendidísimo WhatsApp facilita la difusión de la información de forma rápida y garantiza su lectura, con la única limitación de ser móvil para la divulgación de ciertos contenidos multimedia en ciertos dispositivos o que requieran interacción mucho más allá por parte del usuario. 

A medida que avanzaba el concurso, la propuesta de intercambio de votos a través de Twitter y del malherido email por parte de los blogueros también se convirtió en una forma de recibir apoyo, siendo el segundo aún, en mi opinión, la herramienta suprema y más personal de propagación efectiva de información, de llegar al objetivo con una expectativa real de respuesta. 

Siempre me inquieta sobremanera la evolución de las plataformas sociales y su integración efectiva. Me encuentro ansioso por saber que nuevas herramientas 3.0 y giros en las costumbres tecnológicas nos deparará el 2014. Para la próxima edición de los Premios Bitácoras, en diez meses, debería considerar el uso de plataformas de gestión múltiple de redes sociales, en función de su optimización y de la evolución de mi afinidad con ellas, aún renqueante, el uso de algo tan simple como el email, aunque resulte más trabajoso, y que esta edición olvidé por mi focalización en las redes sociales, la difusión de la información entre los diversos grupos de LinkedIn como forma de acceder a un nicho de personas con un interés o característica común de forma rápida, el contacto directo con blogueros de otras categorías como forma de promocionar la candidatura entre los compañeros virtuales con los que compartes sueño y objetivo, la creación de algún contenido multimedia original que emocione y que, potencialmente, se pueda convertir en viral, etc. 

Apreciaciones. Varias conclusiones. Sólo son una serie de consideraciones para orientar a otros blogueros con los que comparto pasión por escribir, para mejorar de cara al futuro, siempre cercano, para llegar a más personas y para que lo que empezó como un proyecto personal para mí y mis amigos se convierta con el tiempo en un proyecto personal de y para todos. Compartir es vivir. 

Hasta la próxima edición,



La volatilidad y dudosa utilidad de la información en las redes sociales

Daniel Yuste - 20/07/2011


Me preocupa especialmente la volatilidad de la información en las redes sociales. Como prosumidores salvajes e incontrolables de información (productores y consumidores al mismo tiempo),  cualquier tipo de mensaje que proveemos se vuelve obsoleto en cuestión de minutos o segundos, masacrado por nuevos tweets, entradas, opiniones o comentarios nuevos. Por red social incluyo cualquier tipo de medio social de comunicación de la nueva era destinado a que personas se comuniquen y compartan cosas, como por ejemplo Facebook, Google +, twitter, foros o cualquier otro medio donde personas, libremente, puedan compartir algo de información de forma multilateral.

Lanzo algunas preguntas. ¿No os inquieta o preocupa que la información vuele en Internet?, ¿Qué lo que colguéis sólo informe a aquel que en ese momento esté pegado al móvil/ordenador?, ¿Qué el tweet o estado que subáis por la mañana esté a la cola de una lista enorme al final del día, independientemente de su relevancia?, ¿Qué en multitud de ocasiones ni siquiera seáis leídos?, ¿No os irrita en cierto modo invertir tiempo en medios como twitter dónde, a día de hoy, más de 2000 tweets se publican por segundo (y subiendo día tras día)?, ¿No os alarma que cuando contáis algo que consideráis importante en vuestro muro de Facebook, ni siquiera un 10% de los que se supone son vuestros amigos de señales de haberse interesado o incluso de haberlo leído? A mí sí.

Me considero un usuario medio de Twitter. Relativamente nuevo, 40 seguidores, de los cuales son útiles un 20% aproximadamente, considerando útil aquel al que verdaderamente le importa la información que aportas, e intento mantener en alrededor de 50 las personas/empresas que sigo para no saturarme de información inútil, pero obviamente ese número se va incrementando a medida que pasa el tiempo y crecen mis intereses. ¿Realmente, como individual, alejado de la farándula, el famoseo, el fenómeno fan, o de ser considerado un genio, referencia o gurú, merece la pena invertir tiempo en este tipo de medio?, ¿Deberíamos replantearnos el hecho de pasar tiempo pegado a este tipo de redes donde la información que proporcionamos roza la productividad negativa y dónde el ratio calado/tiempo invertido es ínfimo?

De las muy diversas opiniones que he oído, dos me han llamado especialmente la atención: “El secreto del éxito de las redes sociales es estar conectado a la última información” y “Las redes sociales están bien para reírse a ratos”. Por fortuna o por desgracia, no nos podemos mirar el ombligo, hay que mirar más allá, en un sentido global y observar que las redes sociales ya no se utilizan exclusivamente para pasar el rato. Información de alto calado social, datos empresariales, información personal, rumores o estados de ánimo se actualizan cada segundo a muchos niveles. Este hecho choca con la primera afirmación. Desde un punto de vista racional, en una sociedad dónde cada vez prima más la optimización de los recursos y dónde la utilidad y eficacia de nuestro tiempo cobran vital importancia, estar a la última implica que la información que está justo detrás, esa que habéis subido, igual de actual y a lo mejor más importante, pierda importancia de forma exponencial, por lo que consecuentemente dejamos de estar realmente a la última.

Dado el altísimo número de usuarios, y siendo igual de aplicable el hecho de la volatilidad informativa, entiendo el afán de empresas y referentes sectoriales o sociales de estar presente en estos medios como forma gratuita y masiva de llegar a la gente, pero este artículo es una autocrítica de un inquieto servidor a la sociedad de nativos digitales que hemos creado y que no parece que tenga freno. De momento, el uso de redes sociales, mayoritariamente por parte de jóvenes, cuyo rango de edad se incrementa gradualmente con el paso de las generaciones, lo considero una estricta cuestión de ego por parte de estas personas físicas individuales, nosotros, una necesidad irremediable e insaciable de contarle a nuestro reducido mundo que nos ocurre, dónde estamos, dónde vamos, qué necesitamos, qué nos preocupa, o qué está pasando por nuestra mente, el cual además lo acepta con cierta reticencia y pasotismo, pero nos da igual, porque aún así, nos levantaremos al día siguiente dispuestos a seguir produciendo y consumiendo información.

De la misma forma que el mundo de las redes sociales avanza a la velocidad de la luz, mis preocupaciones acerca de su futuro, su utilidad a nivel personal y mi sentimiento de monotonía hacia ellas crecen igual de rápido. ¿Deberíamos volver a verlas cómo un simple modo de mantener el contacto con nuestros amigos y conocidos? Lo cierto es que la mayoría de los mortales perdemos más tiempo informando que importancia tiene dicha información. ¿Hacía dónde irán en un futuro cercano? ¿Tomarán un nuevo camino o los humanos seguiremos adictos únicamente al morbo de contar nuestras vidas a un público muy incierto? Sólo el futuro nos dará la respuesta.

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