7/11/2011

God bless the U.S.A.


Estaba deseando que llegase este momento. Hace ya más de un mes que comencé a escribir este blog y estaba ya ansioso y deseoso de poder por fin compartir con todos vosotros la espectacular ruta sobre cuatro ruedas que realicé por Estados Unidos a través de los estados de California, Arizona, Utah y Nevada en el mes de Marzo de 2010. Ésta será, sin lugar a duda, la más detallada y gráfica de mis entradas.

Tal y como expresé ya en mi Facebook, hay viajes que te cambian la vida y tus percepciones sobre las cosas o incluso de aspectos tan importantes y difícilmente definibles como la felicidad. Hace ya mucho tiempo de esta magnífica escapada y la echo de menos cada día, sin excepción, desde entonces. Hasta aquel viaje, jamás me había sentido tan libre ni había sido consciente de que la belleza infinita de un paisaje podía existir. Descubrí que mi felicidad está en un horizonte que irradie inmensidad, vacío y silencio. Ahí llego a mi nirvana particular. Así es Estados Unidos cuando abandonas las grandes urbes, grandiosidad y belleza natural elevada a la máxima potencia. Si alguno de vosotros ha soñado alguna vez ser pájaro, id a Estados Unidos, descubriréis que los sueños se cumplen.

Lago Powell

La ruta que realicé merece la pena ser repetida al milímetro y espero que inspire a muchos que estén pensando en aventurarse en este apasionante viaje. Por ello, la imagen que véis más abajo es una recreación a través de Google Maps del camino que seguí a lo largo de catorce días, la cual iré describiendo al detalle y que podéis descargar pinchando sobre ella. Insisto en que este blog no sólo tiene como objetivo informar unidireccionalmente de mis experiencias, sino servir también de apoyo, inspiración e intercambio de ideas.

Ruta EEUU 2010

Todo comenzó meses antes del viaje. Algunos ahorros y mis ganas de conocer profundamente los Estados Unidos me llevaron a considerar realizar un "Fly-Drive" (vuelo + coche de alquiler). La zona no la tenía clara, pero por las fechas prefería una zona calurosa y dónde hubiese una alta concentración de parques nacionales. La solución era clara. La "west coast" o costa oeste.

La planificación al detalle llevó meses. Analizar cada punto a visitar, carreteras recomendadas, posibles alojamientos, desde moteles de carretera o campings a hostales en las cuatro grandes urbes que visitaría, rutas de un día para los parques nacionales, circuitos de 24 horas - 48 máximo para las ciudades, las mejores playas de la costa californiana, etc, es decir, planear un largísimo e intenso viaje, muy restringido en tiempo, con el ansia y las ganas de ver y disfrutar lo máximo, pero con la gran presión añadida de cualquier gran viaje de no saber cuando tendrás la próxima oportunidad de volver o incluso si podrás volver a vivirlo algún día. Una sensación muy frustrante que más vale dejar a un lado si de verdad se desea gozar de una experiencia única.

Y llegó el momento de la partida. Salida de Londres con destino a Los Ángeles. Doce horas de cómodo vuelo con British Airways. Sobrevolando Los Ángeles, impacta la visión de pájaro. Una ciudad superpoblada a modo de poblado chabolista asfaltado, con colinas verdes sobreconstruídas a un lado.

Con el fin de que el post sea más fluido, hablaré en primera persona del plural, ya que tuve la oportunidad y el placer de compartir este viaje con una gran amiga que quedó igual de maravillada y fascinada que yo con ésta, nuestra gran aventura.


Una vez aterrizados, pasados los extremadamente rigurosos controles de pasaporte y siendo requisada la poca comida enlatada y al vacío que se llevaba para el viaje, y con el plan de disfrutar de Los Ángeles al final del recorrido, nos dirigimos directamente a la base de AVIS, la gran empresa de alquiler de vehículos. El coche asignado fue una Dodge Caravan de 2009, un completísimo monovolumen de grandes dimensiones. GPS y mapa en mano salimos dirección este con destino Joshua Tree National Park. La primera noche, sin tiempo de buscar motel, pernoctamos en el "Joshua Tree Lake RV & Campground", un muy cuidado camping a las afueras del pueblo de Joshua Tree. Llegar aquí también supuso un claro primer ejemplo de lo que nos esperaría en cuanto a gastronomía, zonas de restaurantes fast-food apilados a ambos lados de calles principales y carreteras.


Joshua Tree
El día siguiente anticipaba lo movido que sería el viaje. Joshua Tree National Park por la mañana, un impresionante parque natural famoso por sus formaciones rocosas y su especie autóctona de árbol de Joshua, horas de libertad al volante por carretera secundaria a través del desierto, disfrute de un pequeño tramo de la ruta 66, para por fin llegar al tardío atardecer al pueblo de Seligman, aldea mundialmente conocida por ser origen de la conocidísima ruta 66, fetiche para muchos. Aquella noche descansamos en el Ashfork Inn, un motel de carretera del diminuto pueblo de Ashfork, no apto para asustadizos.


A la mañana siguiente salimos en dirección al Gran Cañón. Del árido desierto con atisbo de zonas verdes y a medida que subíamos hacia el Parque Nacional del Gran Cañón, en menos de 60 millas, el denso bosque y la espesa nieve entraron en escena, lo que resultó sin duda impactante. Qué decir del Gran Cañón, nevado además, descubrimiento Español, maravilla natural del mundo, símbolo inequívoco e inconfundible de la grandiosa naturaleza, paisaje que el cerebro no concibe y al que el ojo humano no se acostumbra, que provoca una especie de sensación de irrealidad, como si lo que observases no estuviese ahí, como procedente de una postal o de otro planeta. Todo tendrá su explicación científica y quizás sea porque la retina no está hecha a ese tipo de extensión tan basta de terreno.


Vista Gran Cañon (South Rim)
Tras una mañana de ensueño recorriendo la parte sur del Cañon y pasar un rato en los mercadillos de los Indios Navajos instalados a la salida este del parque, nos dirigimos hacía el Lago Powell, un inmenso lago rodeado de preciosas formaciones rocosas que se reflejan en la dormida balsa de agua. Tuvimos la suerte de llegar a última hora de la tarde, en pleno atardecer, literalmente sin gente, lo que le imprimió un áurea de misticismo, tranquilidad, paz, vacío y soledad única. Por un momento me pareció teletransportarme al futuro y vivir lo que sentirá el primer hombre que pise Marte. Ese día tan especial y traumático para los sentidos, en el buen sentido, descansaríamos en Kanab, justo a la entrada del estado de Utah. El camping elegido en esta ocasión fue el "Hitch-N-Post RV Park", muy recomendable, dónde se nos asignó una estupenda cabaña de madera típica a un precio muy competitivo.

Lago Powell

El día siguiente, con la poco común y siempre agradable mezcla de nieve y sol, vi por segunda vez en mi vida búfalos, disfrutamos de Zion National Park, famoso por sus gigantes formaciones rocosas de color rojizo, y descenderíamos ruta a Las Vegas pasando por pueblos como Virgin o Grafton, este último conocido como el pueblo fantasma.




Zion

En Las Vegas pasaríamos las dos próximas noches en el "Casino Royale Casino & Hotel", en el corazón del Strip (Las Vegas Boulevard), un hotel bastante económico considerando su localización y calidad de las habitaciones y más si lo comparamos con sus vecinos Mirage, Venetian o Harrah´s. Mi opinión acerca de esta ciudad es clara y depende de las circunstancias, gustos y presupuesto del que dispongas. Para algunos supondrá un paraíso de juego, lujo, fiesta y vicio y para otros una ciudad decadente, vanidosa, insostenible energéticamente y circense. Una urbe en continuo reciclaje y crecimiento que no deja indiferente a nadie, que abruma con su excéntrica luminosidad nocturna y su vida diurna. La capital mundial del espectáculo, única en el mundo.





Tras dos días recorriendo Las Vegas Boulevard de Norte a Sur, continuaríamos con "Death Valley National Park", el punto más bajo de Estados Unidos, segundo punto más caluroso del planeta y de belleza muy particular e inigualable. Paisajes infinitos de montañas y salinas, carreteras polvorientas y pedregosas, una "scenic route" obligada. Recomiendo, si se viene de Las Vegas, seguir la histórica ruta del "Old Spanish trail", accediendo al parque por la zona sur, optimizando así su visita y disfrutando previamente de pueblos como Tecopa.



Toda la tarde siguiente y parte de la noche recorrimos alrededor de 700 kilómetros hasta las inmediaciones de "Yosemite National Park", de nuevo en el estado de California, experimentando en el camino sobrecalentamiento de pastillas de freno y apocalípticas tormentas de arena. Este tramo quizás fue la parte más monótona del viaje. Con la intención de dormir en Fresno, desistir en ello por lo grande de la ciudad y las horas a las que llegamos y desechar otro motel por la aparición de arañas como pelotas de tenis, con los ojos ya casi cerrados y algo desesperados, dimos con Oakhurst, el pueblo más cercano al gran parque de Yosemite. Un precioso emplazamiento en medio de las montañas. Pernoctamos y, de nuevo teniendo mucha suerte, en el "Oakhurst Lodge", un establecimiento de 10 sobre 10.


Yosemite, uno de los parques con más renombre de la geografía Norteamericana, y con razones de peso para llevar dicha insignia. Miles de rutas componen este milagro natural, una vida entera haría falta para recorrerlo. Fotografías a modo de postal de ensueño, montañas, sequoias gigantes, lagos y cascadas preciosas. Un sueño tanto para amantes del senderismo como para turistas en zapatos.





Tras invertir la mayor parte del día recorriendo el parque, lo abandonamos por el oeste dirección San Francisco, lo que supone un tramo de unas cuatro horas en coche. Lo primero que me sorprendió de esta ciudad, aparte de sus puentes, fue el peaje de 4$ pagable únicamente por el acceso a la urbe. Tras probar suerte en hoteles céntricos cerca de "Union square" y desistir por falta de presupuesto, nos alejamos hacia el norte de la ciudad, encontrando alojamiento en el "Lombard Plaza Motel", en la transitada Lombard Street, en el distrito de la Marina. Recuerdo disfrutar de un desayuno de ensueño en el genuino "Mel´s Drive-In", una cadena californiana de restaurantes al estilo americano años 50. Simplemente brillante. En cuanto a San Francisco como ciudad, sólo tengo buenas palabras. Quizás la ciudad menos americana de Estados Unidos, la más Europeizada. La más liberal, la más bohemia. Pura personalidad, arte, multiculturalidad, se respira vida sana y respeto. Una ciudad que se cuida, impoluta. Tengo en la cabeza imágenes nítidas del barrio de Chinatown, el más importante del mundo por tamaño y antigüedad fuera de Asia, Fisherman´s Wharf, famoso por su marisco y el cangrejo en especial, las demostraciones de cómo romper el cangrejo a golpe de martillo, los conciertos en la calle, el muelle desde donde cogimos el barco para ver el "Golden Gate" y "Alcatraz", los tranvías y las tremendas cuestas, la impresionante panorámica y las vistas de Alcatraz desde Hyde Street con Lombard Street, donde comienzan las mundialmente famosas curvas serpenteantes en pendiente de la calle Lombard, la no preparada y sorprendente exposición en el SFAI (San Francisco Art Institute) de Diego Rivera, el que fuese marido de Frida Kahlo, la cena en mesa giratoria compartida en Chinatown, etc.





Tramo Carmel-San Simeón
Tras día y medio, y con ganas de vistas del Océano Pacífico y playa para el resto del viaje, abandonamos San Francisco por su parte más oeste. Nos llevó dos días llegar hasta Santa Bárbara. Por el camino dejamos zonas de incalculable belleza y valor natural. Recuerdo cientos de surfistas, las focas protegidas de Año Nuevo State Park, las mariposas Monarch, Monterrey, mi sueño cumplido de recorrer el espectacular 17-mile drive dejando míticos y exclusivos campos de golf como Cypress Hill, Spyglass Hill o Pebble Beach a izquierda y derecha, Carmel by the sea, un pueblo de película en un emplazamiento único con residencias sólo al alcance de la élite americana, el increíble tramo de carretera pegada a acantilados entre Carmel y San Simeón, el más que aceptable y económico "Silver Surf Motel" en San Simeón, el pintoresco, artístico y hippie pueblo de Cambria y el pacífico, histórico y pesquero Morro bay y su peñon, uno de mis más agradables y placenteros recuerdos de todo el viaje. Ya en Santa Bárbara disfrutamos la tarde y la mañana siguiente de su muelle, de sus altas y finas palmeras, de su perfecto estilo de vida, de su envidiable temperatura, de sus influencias hispanas, como a lo largo de toda la costa de California, y de su genuina y típica californiana avenida principal State Street. El motel elegido fue el "Agave Inn", un acierto absoluto, pequeño, económico, impoluto, con desayuno incluido, atención exquisita, decoración mexicana, sin duda el mejor de todo el viaje. Para acabar aquella tarde, abandonamos Santa Bárbara y pasamos las últimas horas del día en las asombrosas playas de la zona de Malibú.


Morro Bay
Santa Bárbara
Malibú

Año Nuevo State Park
Pebble Beach


Paseo de la fama
Después de 10 días, y para no ir apretados de tiempo al final, retornamos a Los Ángeles. La primera noche en L.A. la pasamos en el "Americas Best Value Astoria Inn & Suites", muy cercano a Disneyland, algo decepcionante comparado con el de París e imagino infinitamente menor al de Orlando, al que no he tenido la oportunidad de ir. Después de 10 días y 4 estados se agradeció un poco de calma y vuelta a la niñez, sin preocupación alguna acerca de dónde ir, comer, dormir o qué ver. Pero el espejismo duro poco y el oasis de palmeras y aguas cristalinas se convirtió en las anchísimas avenidas de Sunset y Hollywood Boulevard. Tras sorprenderme, y no de forma positiva precisamente, con la zona y preguntar en varios moteles, acabamos en el "Value Inn" de West Sunset Boulevard, un antro con la higiene justa en la zona "menos bonita" de Hollywood. En pleno meollo Hollywoodiense me sorprendió, y no es que lo fuese buscando, la peligrosidad a determinadas horas de la tarde y el poco glamour de la zona, imagen muy alejada de lo que la gente imagina. Como buen turista no podía faltar un largo paseo por Hollywood Boulevard, una comida en el Palms Thai, considerado el mejor Thai de L.A., fotografías con el famoso cartel a lo lejos, el paseo de la fama, el Kodak Theatre, sede de los Óscars, Rodeo Drive o un recorrido en coche por Beverly Hills y Mulholland Drive. Tras un día, nos dimos cuenta de que Los Ángeles no tenía mucho más que ofrecer y nos decidimos por conocer la costa sur de la ciudad sin llegar a San Diego. Santa Mónica, Venice beach, el Orange County, Newport y Balboa, Huntington Beach y un baño en Hermosa antes de dirigirnos de nuevo al aeropuerto para el vuelo de vuelta. Los Ángeles, una ciudad plenamente hispana y diversa, con un encanto muy especial fuera de su núcleo urbano y muy pintoresca, turísticamente escasa y clasista en su interior.




Y eso es todo. Rememorar este viaje para mí ha sido un auténtico placer, una vuelta a ese pasado también feliz, un ejercicio sano de recreación de 14 días que recordaré toda mi vida y que ya quedan por escrito para mi disfrute y el de los demás. 


Por estos viajes merece la pena vivir.


Me encantaría escuchar vuestros comentarios o dudas. Espero haber transmitido la felicidad y entusiasmo que he sentido escribiendo.

4 comentarios:

  1. Dientes largos; y eso que tuve la oportunidad de visitar todos los lugares por los que pasaste; la mayoría más de una vez. Pero no pude hacer "el viaje".

    No podría estar más de acuerdo con la sensación que producen la inmensidad de los paisajes.

    Yo le hubiese puesto un poco más de bizarrismo... Una bajada a Tijuana, New Mexico... Deep America, babe! En plan naturaleza, casi cualquier dirección es buena: en Utah hay parques increíbles, y al norte de California el Lake Tahoe es impresionante.

    Cuando quieras volver, para un LA-Vancouver, un LA-Miami, o un all-time-classic LA-Chicago, cuenta conmigo.

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  2. Sin duda, dadas las circunstancias, faltó un poco de locura Mexicana o made in Vegas. Un buen México de Norte a Sur, el L.A.-Miami y la ruta 66 full version están pendientes y espero hacerlos en esta vida sin depender de la realidad virtual :) Claro que contaré contigo viajero!

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  3. Gran ruta. Muy parecida a la que yo realicé casi hace un año... Y como te pasó a ti, volví entusiasmada. En mes y pico, vuelvo a poner sello americano al pasaporte para hacer un NY-Chicago, un road trip más breve y seguramente que muy diferente al que disfruté en la Costa Oeste. Y sé que habrá más...

    Laloliplanet ;-)

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  4. Lo cierto es que en EEUU, al menos en la costa oeste y con la gran excepción de San Francisco, lo mejor está entre ciudades.
    Disfruta de tu nueva "rutita" y ya nos informarás.
    Te sigo en tus dos blogs Nuria! Un saludo y gracias por la lectura.
    Objetivo6continentes

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