Por primera vez después de unos
pocos años de vida profesional, y con ocasión de la feria más importante en
Estados Unidos del sector en el que trabajo actualmente, por fin se planteó un
viaje por trabajo. Una forma distinta de conocer, sin tiempo ni luz suficiente.
Ganas de descubrir y cansancio se
enzarzan en una pelea de la que las primeras salen victoriosas, pero que pasa
factura al volver a la rutina, repelente, aunque en ocasiones maravillosa.
Atlanta, capital del estado de Georgia, la ciudad cerrada, desierta,
eternamente cubierta de una fina y baja capa de niebla, clásica y vieja, de
tranquilas y boscosas áreas suburbanas y grandes rascacielos destartalados en
su downtown, colores tenues, oscuros,
apagados, tiñen sus edificios. Gris y verde a partes iguales, en la combinación
más triste de la paleta. Urbe de convenciones, visitada por profesionales de
negocios, turistas en tránsito o pasajeros en escala que no salen de su
aeropuerto, uno de los más concurridos del mundo.
Olímpica, orgulloso hogar de la
Coca Cola, del museo dedicado a su corta pero intensa y exitosa historia, de
su receta, el secreto mejor guardado de la historia moderna y del acuario más
grande del planeta.
Como no podía ser de otra manera,
experiencias culinarias muy positivas protagonizaron mi viaje. Stats, un sports bar al detalle, alejado del intenso olor húmedo a cerveza de
barril, de luz tenue y anaranjada combinada con madera oscura, sillones de piel
granate ahumado, servicio muy amable y menú
variadamente exquisito. Max Lager´s,
una de las joyas gastronómicas del downtown,
cocina suprema en un pequeño edificio de ladrillo visto y terraza espectacular.
Mismo estilo que el anterior sin NBA o NFL de por medio. Y Abattoir, matadero en francés, restaurante perteneciente a una
cadena de maravillas destinadas a los paladares más sofisticados de Atlanta. Un
menú para el más culto y exigente aristócrata carnívoro, amante de lo orgánico,
pero al alcance de cualquiera. Decoración limpia, marfil, neutra, templada,
espaciosa, pensada, estratégica, perfecta.
Dos conclusiones de esta semana
fuera de casa, de gratas experiencias, afloran en mi mente. La primera; base contrastada
y pilar del éxito en lo que se haga. Punto de partida y reflexión cuando el
camino no es claro y nítido. Rodearse de gente que vea lo mejor en nosotros,
trabajar, observar, escuchar e insistir. La segunda, menos profunda; en
restaurantes de alto copete y/o carta difícilmente interpretable por lo rebuscado
de las recetas o el desconocimiento de los ingredientes, la hamburguesa de la
casa, si hay, es siempre la mejor opción.
Los planes cambian, la hoja de
ruta siempre avanza, los viajes vienen pero nunca se van, los destinos se
acumulan, como las experiencias vividas en cada uno de ellos. Escapadas y grandes viajes confirmados para
este año. Ciudad, naturaleza, lugares increíbles. Next stop, Ciudad de México en muy pocos días. Hasta pronto.
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