11/27/2014

Cannes, cuando placer y trabajo se entremezclan


A esta reputada ciudad de la Riviera Francesa no me trajo el festival de cine ni un descapotable, como ya soñé y plasmé aquí hace año, sino la feria más importante a nivel europeo de mi sector, de alcance mundial. Gracias a un generoso detalle corporativo pude vivir el Cannes más vibrante, efervescente y rebosante de glamour profesional,  soleado de día y frío de noche, propio de un noviembre caluroso.



Francia no tiene secretos. Sus orgullosos habitantes, fervientes amantes y artistas ya se ocupan de difundir una imagen transparente y sobredimensionada, tan bella como inflada y vanidosa. En el caso de Cannes, ese retrato se corresponde perfectamente con la realidad y debe evitar comparaciones, por su bien. Una realidad hortera, objetivamente, mezclada con una elegancia comprada y muy subjetiva. Señores al más puro estilo Giorgio Armani y señoras de gusto peculiar en su segunda o tercera adolescencia, con leggins ceñidos y aferradas a sus impolutas bolsas de Chanel, rebosantes, como sus cuentas corrientes. Una decadencia atractiva y nostálgica a lo largo de su pésima y protegida costa, incondicional del bótox, su mediocre paseo marítimo, adicto al sol, y la paralela y elitista Croisette, lujosa y materialista.

Saliendo de la observación al detalle, su bahía color crema ofrece preciosas vistas, con los hoteles Majestic, Carlton Intercontinental y Martinez a las espaldas, la perfecta definición del lujo. Sus estrechas calles traseras se desentienden de esta pomposidad y están repletas de encanto y buena gastronomía local, como es el caso de Petit Paris o Grill and Wines. La zona elevada de su castillo, sublime para la perfecta velada a la francesa. En una de sus mágicas cuestas, el restaurante Le Salon des Independants, regentado por una valenciana, ofrece, lejos de pretensiones, una de las mejores cartas de la ciudad. ¿Una copa y ganas de música? Bâoli y Black Pearl, sin duda.








Agradezco mi revelador y enriquecedor paso por esta pequeña ciudad, rodeada de verdes y ricas colinas, desafiante al mar, a las arrugas y al paso del tiempo. Cannes, cuando placer y trabajo se entremezclan.


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