Por fin se materializa uno de esos viajes en mente sobre los
que escribía meses atrás. Key West o Cayo Hueso, el último de los cayos
conectados a la península de la Florida a través de la Overseas Highway, una espectacular obra de ingeniería en forma de
autopista de 200
kilómetros de longitud, construida en su mayor parte
sobre el mar.
Miami-Key West
Viernes tarde, descapotable en mano, comienza la aventura.
Por delante, supuestamente, un fin de semana tranquilo, de playa, snorkel y
paseos por el pintoresco cayo. Incluso la ida, ya de noche cerrada, nos mantuvo
ciegos, incapaces de apreciar la belleza del recorrido. Seguíamos en la
burbuja, sin saber lo que nos esperaba, expectantes. Sólo una parada durante el
camino en el famoso Porky´s, típico
bar costeño americano, nos abrió el estómago y nos mostró, lo que la
gastronomía fresca local podía ofrecer.
Noche del viernes, tocaba, de forma inesperada, impacto
visual. El Jardín del Edén, único bar
nudista (siempre opcional…yo iba bien tapado), en el que por fortuna, o no, he
entrado en mi vida; y Bar Coyote,
donde chicas, no tan apuestas como las de la famosa película de Hollywood,
bailan y juegan sobre la barra mientras calientan e insultan de forma provocativa
a algunos de los clientes, la mayoría hombres, colocados a centímetros de la
barra, mientras el resto, observa, comenta y alucina con los límites del
comportamiento humano cuando alcohol, sexualidad y ambiente se entrelazan en
perfecta armonía. Vale, suficiente para una noche de viernes.
Sábado, día perfecto. Key West, un pueblo de arquitectura
única, con edificaciones victorianas de madera construidas al detalle. Un buen
brunch a base de huevos benedictinos en perfecta compañía, la visita obligada a
puntos de interés como la casa de Hemingway, donde el ilustre escritor vivió y
se inspiró durante más de 10 años, el mercado de las esponjas naturales y las
conchas, o el punto más al sur de los Estados Unidos, un pequeño obelisco
multicolor que marca las 90
millas que separan a este punto de Cuba, y el acierto
del fin de semana a bordo del Danger,
un velero donde realizamos snorkel en aguas del protegido Key West National Wildlife Refuge, avistamos aves en kayak a través
los manglares y disfrutamos del sunset
más espectacular. No me puedo olvidar del placer de observar los intentos de
despegue desde mi kayak, delante de mis narices, de cierta ave, cuya especie
desconozco, desde lo alto de los manglares hacia el horizonte, chapoteando,
corriendo sobre el agua, de forma desesperada, con el atardecer de fondo.
Momentos de esos que me dejan sin respiración. Y por supuesto, con el objetivo
de no olvidar nada de esta gran escapada, un brindis por esos encuentros
fortuitos, inesperAdos.
Domingo, había que disfrutar de esa carretera de día
descapotados, de conducir sobre el mar, de disfrutar de las preciosas playas
que Cayo Hueso no tiene, pero que se pueden encontrar en Marathon, como Sombrero Beach, y de disfrutar del mejor sándwich de pescado jamás preparado gracias
a las recomendaciones de los usuarios de Trip
Advisor, en el restaurante Lorelei,
un oasis de paz con terraza, música en directo y los mejores atardeceres.
Si, ya, lo se, este año y el que viene, parece que va de
atardeceres. This is Florida.
Gracias, como siempre, a los que habéis formado parte de este viaje, uno más, y a los que viajáis leyendo mis relatos.
Gracias, como siempre, a los que habéis formado parte de este viaje, uno más, y a los que viajáis leyendo mis relatos.
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